viernes, 21 de noviembre de 2008

DE CONFESIONES


En la oscuridad del confesionario, me besó tímidamente primero para romper el hielo, luego su lengua me penetró en la boca y despertó salvajes sensaciones que no conocía en mi. Me obligó sólo al principio, luego todo fue natural, incluso cuando le ayudé a subirse la sotana.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

SINDROME DE ESTOCOLMO


Tu mirada penetrante y violenta me sorprende en la oscuridad y despierta en mi palpitaciones que no son sanas. Caminas cada vez más decidido tratando de hacerme sentir un animal de presa capturado por su salvaje asesino, ni siquiera te imaginas que te espero hace semanas en esta calle alejada de toda alma, llena de sombras y ecos sordos. Para mantener el juego trato de acelerar el paso y así hacer esta cacería más interesante, sin mucho problema me pisas los talones, cuando me alcanzas me apuntas con un cuchillo y violentamente me empujas a la sucia pared, me palpas en cada centímetro de mi cuerpo. Me insultas, me sometes. Yo en silencio disfruto y me dejo maltratar. Luego me arrebatas lo que parta ti tiene valor: mi billetera, mi reloj, mis zapatos. En seguida me abandonas, corres por la calle oscura, sin mirar atrás. Yo te miro a lo lejos, mientras escapas y pienso en el tiempo que tendré que esperar nuevamente en esta oscura y solitaria calle para que otro como tú vuelva a hacerme sentir tan vivo y me cobre tan poco.

DOS DE AZUCAR


Cuando me dijiste que estabas encinta, no pude esconder mi temor… temor a ser padre antes de los treinta y no poder cumplir mis sueños y metas…
Luego te vi llorando devastada y no pude dejar de abrazarte. Hablamos de los detalles del matrimonio y del futuro de nuestra nueva familia. Fue en ese momento en que decidí este viaje, nuestro último fin de semana en secreto, luego se lo diríamos a nuestros padres. También fue mi idea lo de encontrarnos románticamente aquí en la playa de siempre, en nuestro lugar secreto como tantas veces lo hicimos antes.

Preparé tus maletas, preparé tu carro y el café… lo que no te dije es que esta vez lo envenené… solo por si el ajuste en los frenos no fueran suficiente.

UNA SOLA MUJER CON DISTINTO ROSTRO


Para Hernán

En la calle otra vez, buscándola entre la multitud, entre otras mujeres.
De pronto me di cuenta que volvía a esa insana costumbre. La encontraba parcialmente, o sea por partes. A veces era una oreja coqueta en la una, unos ojos seductores que me miraban por la calle en otra, una boca pidiendo ser amada en otra aún más diferente, y así sucesivamente, hasta formar un rostro con retazos de tantas otras. Hubo noches en que me acercaba a alguna, porque me recordaba su olor, mezcla de dulce, sudor y deseo, o simplemente otra que me recordaba su manera de caminar, incitante, como el trote erótico y peligroso de una felina que me causaba comezón… pero siempre el mismo desenlace, cuando me acercaba para llevarla junto a mi, para volverla a amar, ella sangraba.

Sangraba mucho al desprenderse de su cuerpo, tanta sangre como la que corrió aquella noche en que la ayudé a abandonarme y desde la cual nunca más me dejó.