
Y me llamaste licensioso, sólo porque quise reír así, beber así, comer así y coger así. Creo que no sabes lo que te pierdes con tu cordura, tus precavidos sonrojos y tus correctas respuestas a toda propuesta “indecente”, a toda invitación a cruzar umbrales. Sí, a cruzar umbrales, sin temores, a ser libres de pensamiento a no temer al mañana, a volar lejos, tan lejos como tus sentidos lo requieran e incluso un poco más y por supuesto dejarse llevar más allá del marco de la ventana, o probando un par de somníferos de más con tu vodka de siempre.