
Nacen. Crecen y envejecen.
Todos alguna vez sienten hambre, pena, odio, goce, diversión, aburrimiento, deseos y amistad.
Pocos entienden cuál fue la razón de su existencia.
La mayoría justifica su existencia con posturas religiosas y bíblicas que ni siquiera entienden.
Otros sólo entienden para qué vinieron al mundo, cuando están prontos a morir.
Hay quienes dicen que la misión de ellos es simplemente vivir y punto.
Algunos crecen simplemente, para quitarle la vida a otros.
A muchos ni siquiera se les permite nacer y se los aborta en el vientre de sus madres.
A veces algunos viven en dolor y sufrimiento y sólo quieren morir.
En algunos casos unos viven de manera sencilla sin preocuparse de filosofar ni de cuestionarse acerca de la vida que llevan. Viven hipócritamente una felicidad basada en la injusticia e insensibilidad.
Algunos sólo sobreviven el día a día y nunca logran disfrutar los placeres de la vida, esperando mejores días que nunca llegan.
Muchos pasan sus vidas sin creer en nada ni en nadie.
Otros tarde o temprano creen en algo o alguien y cambian sus maneras de pensar de un día para otro.
Mientras que otros, prefieren morir o matar antes de claudicar de sus ideales y valores haciendo de las guerras santas una forma de devoción a sus dioses.
Mientras nos acercamos al tercer planeta del sistema de un solo sol, desde nuestras naves debemos decidir si estos humanoides que lo habitan, deberán ser tratados por nosotros como seres humanos o simplemente como animales que parecen ser. Aún nos queda tiempo para decidir y ver su evolución.