jueves, 18 de diciembre de 2008

LO QUE ES SER HUMANO



Nacen. Crecen y envejecen.
Todos alguna vez sienten hambre, pena, odio, goce, diversión, aburrimiento, deseos y amistad.
Pocos entienden cuál fue la razón de su existencia.
La mayoría justifica su existencia con posturas religiosas y bíblicas que ni siquiera entienden.
Otros sólo entienden para qué vinieron al mundo, cuando están prontos a morir.
Hay quienes dicen que la misión de ellos es simplemente vivir y punto.
Algunos crecen simplemente, para quitarle la vida a otros.
A muchos ni siquiera se les permite nacer y se los aborta en el vientre de sus madres.
A veces algunos viven en dolor y sufrimiento y sólo quieren morir.
En algunos casos unos viven de manera sencilla sin preocuparse de filosofar ni de cuestionarse acerca de la vida que llevan. Viven hipócritamente una felicidad basada en la injusticia e insensibilidad.
Algunos sólo sobreviven el día a día y nunca logran disfrutar los placeres de la vida, esperando mejores días que nunca llegan.
Muchos pasan sus vidas sin creer en nada ni en nadie.
Otros tarde o temprano creen en algo o alguien y cambian sus maneras de pensar de un día para otro.
Mientras que otros, prefieren morir o matar antes de claudicar de sus ideales y valores haciendo de las guerras santas una forma de devoción a sus dioses.

Mientras nos acercamos al tercer planeta del sistema de un solo sol, desde nuestras naves debemos decidir si estos humanoides que lo habitan, deberán ser tratados por nosotros como seres humanos o simplemente como animales que parecen ser. Aún nos queda tiempo para decidir y ver su evolución.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

es cierto..

Anónimo dijo...

soy yo Xavikil

Dina Bellrham dijo...

Comulgas con la verdad y a veces ni la verdad es verdadera.... te dejó esto de un amigo querido:

Manifiesto a la culpa

He nacido pintado de culpa, pues antes de nacer ya era culpa, antes de convertirme en ser palpable, fui miedo y terror, ante la idea de un ser no querido creciendo en el vientre como un cáncer, un tumor latente que no se detiene ante nada.
Fui culpa, como fui error de cálculo, fatalidad, preservativo roto, y mala suerte, todo sin siquiera todavía haber besado el sabor del aire.
Fui culpa, como fui oportunidades perdidas, un ancla en el crecimiento social de mis padres, fui hambre en las noches y billeteras vacías, fui reclamos en medio de la madrugada, y todo esto sin siquiera haber abierto los ojos.
Fui culpa, porque viví como fiel amante de la tibieza de una vagina cuando aun no tenia conciencia siquiera de mí propia existencia, grité y luché por aferrarme su sabor, a su calor y a la agradable sensación de sentirme parte de algo, por ultima vez en la vida, de mas esta decirlo.
Fui culpa, pues la sangre y el viscosísmo fueron mis primeros amantes, de ellos recibí las primeras caricias experimentadas, recibí un bautismo como regalo, cuando en realidad era solo un peso mas al resto de las culpas que ya acarreaba solo por haber cometido el error de punzar un poco mas fuerte contra el apetecible ovulo que se me ofreció como cena.
Fui culpa, pues vine sin razón y sin explicaciones que darle a mis abuelos, pero nunca nadie acepto que mi creación en su momento fue placer, fue culpa, fue un acto tan poco cristiano, como lo fue en su momento la creación de quienes cometieron el error de traerme al mundo, dejando con esto suficiente para demostrar que dios no es omnipotente, sino impotente, que dios no es atemporal, pues estaba en un solo lugar tratando de conseguir viagra, sin molestarse de lo que pasaba en el resto del mundo, y que definitivamente no es inteligente, porque si no, no hubiese cometido el error de dejar su eternidad en manos de los seres humanos, por eso, también fui culpa.
Fui culpa, por nacer y preguntar, cuando hubiese sido mas fácil callarme la boca, también por haberle rezado al inodoro y orinar en las tumbas, por amar a las arañas con sus ocho extremidades y sus cuatro sexos, fui culpa por no saber apreciar la molestia que se tomo la sociedad en convertirme en un ser hecho y derecho, por terminar preso por las noches y por no hacer realidades palpables de los sueños y las esperanzas en mi depositadas.
Fui culpa, pues siempre me gusto serlo, y nací con esta estrella tatuada en mi frente, disfrute sabiéndome, mas inteligente que muchos, mas afortunado muchas veces y darme el gusto de desperdiciar estos dones en el fondo de un vaso.
Fui culpa, pues siempre le di mas honor al papel de judas que al de cristo, porque preferí la divina comedia y los corruptos muriendo en su sufrimiento eterno, a vivir arrodillado ante aquel que nunca se presento en los aciagos momentos, más que ante el botón que lanzaría la próxima bomba atómica o en una librería promocionando la nueva versión de la Biblia ilustrada, para que también los estúpidos y los analfabetos, pudiesen sentir culpa.
Fui culpa, porque ame el fuego, las drogas, el alcohol, el ocio, la tranquilidad, y la capacidad de tirarme a perder el tiempo, cuando podría haber sacado algo provechoso de todo ello
Por todo eso fui culpa, por eso porto el nombre de un santo, por eso me convertí en la pus supurando en las heridas de una sociedad muerta sin saberlo, por todo eso soy culpa, y por todo eso si la reencarnación existiese, volvería a serlo y si mi final es el infierno, le enseñaría al demonio que tiene que mejorar su imagen o comenzar a sentir culpa y si en cambio, sólo fuese huesos y carne, hediendo bajo una capa infértil de tierra, regresaría como una hermosa flor venenosa, solo para hacerle sentir culpa a aquel que se atreva a tocarme.
Así es mi culpa, o mi desperdicio de la misma, un gracioso camino rayando la inercia del delirio, con el último humo en los labios y el primer sol de la locura saliendo en el horizonte de mis parpados.

Autor: Juan Manuel Faccio