jueves, 30 de abril de 2009

ABUELA PIEDRA Y DULCE


Nunca me pude despedir de ti, la última vez te escribí en un papel una carta que finalicé con un dibujo de tu rostro triste y cansado, como la última imagen que tengo de ti. Acostada en tu cama, destruida y llorando. Desmoronada. Te habías despojado de tus caretas y tu actitud de mujer fría y omnipotente. Solo eras una viejita cándida a la que se le rompía el corazón por última vez.

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