martes, 14 de abril de 2009

CLARA, LA REINA DE LA TECNOCUMBIA


Una despedida de cotillón 5


A Clara siempre le gustó la tecnocumbia, Su sueño era medir 2 metros, y ponerse unas botas largas de amazona. Teñirse el pelo rubio platinado y pintarse con todos los colores del arcoíris. Mover sus caderas una y otra vez mientras los estibadores se babeaban por ella. Por eso lo primero que hizo cuando salió de su pueblecito fue ir a la ciudad a buscar la fama y la fortuna. Bailó y bailó lamento decirlo no en los mejores escenarios de la tecnocumbia, pero si en los mejores escenarios de los cabarets en donde se afianzó como las mejores piernas del bim bam bun, allí conoció a su manager quien se enamoró de ella al verla levantar su pierna hasta el techo, luego a base de trabajo, se imaginan de qué tipo, logró tunearse enterita.
Clara comenzó así, su carrera artística musical. Se hizo famosa en pocas semanas, en menos de un año ya era conocida en todo el país, tanto así que aparecía como opinóloga en los programas de farándula, y en menos de un año más, dejaba la farándula para lanzarse como diputada por la provincia que la había visto nacer.
Pero Clara no era feliz, ni todo el dinero, ni los viajes, ni la ropa le habían dado la felicidad que la música le daba. Ahora tenía que vestirse correctamente, saludar a la gente con la mano, fría, no como antes cuando los abrazaba y besaba en la calle. Ahora era una señora, ya no estaba con su manager, ahora estaba con un quiteño de alcurnia y todos los fines de semana acudía a ceremonias protocolarias. A su esposo un sexagenario que le gustaban los toros, la sangría, los boleros y el tango, le gustaba llevarla de objeto decorativo, limitando sus acciones, tanto así que la única vez en que ella intentó demostrar sus dotes de artista en público, se vio frustrada por la terrible mirada de su marido y el rostro de disgusto y desprecio de las señoras. Ese hecho la hizo darse cuenta que le había dicho adiós al escenario, la música y las luces.
La música la había dejado en el único lugar de la casa en que podía escuchar sus logros de tecnocumbera era la intimidad de su lujoso baño. Por eso había caído en una depresión terrible, ya ni los baños de espuma le daban el relax de antaño. Dicen que fue accidente, yo se que no fue así, al sacar la radio de la tina, descubrieron un viejo CD de sus éxitos calientes. Por lo menos murió bailando y moviendo su cuerpo en un último acto lleno de luces como siempre quiso.

1 comentario:

Unknown dijo...

Me gustó mucho esta historia. Sobretodo el final. Electrizante.