martes, 14 de abril de 2009

EL HOMBRE QUE VOLABA


Una despedida de cotillón 2


No creo que exista algo más humillante que la gente te vea llorar, que no puedas parar de lloras aunque lo intentes, que cualquier cosa que te digan te transforme en un papel que está en medio del viento sin rumbo fijo, tan débil y a la deriva. Tan patético y miserable. Aunque la gente se vea como hormigas desde la corniza y los gritos de horror de las personas los escuches desde el aire, mientras caes y caes y te liberas y dejas de ser tú para ser parte del todo.

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