jueves, 15 de mayo de 2008

CAMINO DE LA CASA DE LA ABUELITA.


La niña recogió del suelo la comida dispersa que llevaba en la cesta, se limpió la sangre del labio, se quitó el fango del vestido, se puso encima la caperuza y siguió su camino, mientras caminaba reflexionaba de lo cansada que estaba de acusar de sus golpes, moretones y heridas al lobo feroz y ocultar la verdad, de que nuevamente su padre, el leñador (el verdadero mounstruo), la había ultrajado en el silencio del bosque.

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