jueves, 15 de mayo de 2008

UN TRATO JUSTO.


¡Niña, limpia esa jaula! Decía malhumorada la verde y arrugada mujer mientras preparaba un gran tazón de chocolate caliente... este niño que me has traído está demasiado flaco, mientras lo engordo deberás trabajar limpiando la casa para mi, ese es el precio que debes pagar si realmente quieres llegar a ser una bruja como yo.

Cuidadosamente Gretel recibió agradecida de las manos de la vieja el tazón con chocolate y vertió en él una gran dosis de somnífero, salió de la casa de dulce y galletas y fue a buscarlo al claro del bosque en donde le había pedido minutos antes que la esperara.
Hansel, la casa es segura, dijo tiernamente la niña; allí hay una tierna viejecilla que te ha enviado este rico tazón de chocolate y quiere que comamos hasta reventar.
Hermana, por fin nuestros días de penurias terminaron, vayamos pues a saludar a esta gentil dama.
Mientras Hansel corría feliz hasta su triste destino su hermana pensaba: El precio es muy alto, pero prefiero perder un hermano y convertirme en una bruja, que terminar siendo la hambrienta esposa de un pobre leñador.

1 comentario:

solanda dijo...

Me gusta este cuento, en particular, por su re-lectura.
Yo tambièn soy de las brujas.
A veces no se puede ejercer, pero se es.
Sol