miércoles, 14 de mayo de 2008

LA SOLUCION VINO DESDE KANSAS.


La bruja del norte había hablado ya de muchas trivialidades con su hermana la bruja del sur, habían criticado a todas las otras brujas, las que estaban más gordas, las que estaban más viejas, las solteras y las casadas. Habían hablado también que sus medias ralladas y de que la combinación de colores en ellas era muy importante para impactar a las víctimas a la hora de hechizarlas. Pero mientras salían de la tienda en donde la bruja del norte se acababa de comprar unas hermosas zapatillas rojas, decidió ser franca y confesó a su hermana que estaba realmente enamorada de Merlín, a pesar de estar segura que le coqueteaba a todas por igual.
“El aquelarre del otro día me hizo ver las cosas desde otra perspectiva”, dijo: “Estoy cansada de recurrir a artilugios para amar, qué culpa tienen los sapos y las culebras de que ningún hombre se enamore de mis arrugas y verrugas, que sólo medusa me felicite y encuentre bella mi verde piel, que cada vez que miro un espejo, este se rompa y que mi único compañero sea un gato sarnoso lleno de pulgas”. La bruja del Sur sintió por primera vez algo que hacía palpitar su frío corazón y en un dejo de celo extremo y enfermizo conjuró e hizo aparecer una casa que trajo desde el lejano mundo de Kansas, la que dejó caer sobre su hermana, para nunca más tener que oírla quejarse ni sufriendo por Merlín, el único hombre que jamás compartiría, y mucho menos con su hermana.

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