jueves, 15 de mayo de 2008

SANGRE AZUL.


El joven ladrón acababa de robarle toda la ropa al incauto príncipe que se bañaba en el riachuelo con su gato parlante, el muy rufián vestido con los exquisitos atuendos de seda del príncipe pensaba timar a quien se le cruzara por el camino, lo que nunca imaginó fue que se encontraría con la mujer más bella que había visto en su vida.
Asomada desde el balcón de una alta torre, ella peinaba su hermoso cabello rojo, mientras cantaba solitaria desde las Alturas esperando quien sabe qué.
El ladrón se acercó y dijo: ¿Hermosa muchacha cuál es tu nombre?
Soy Rapunzel dijo la muchacha, y vivo en esta torre custodiada por una perversa bruja, estoy en espera de mi príncipe azul, con el cual, según la leyenda podré regresar a mi país para reinar junto a él sobre mi pueblo.
El ladrón, pensó que sería una buena idea salvar a la princesa y quedarse con el reino, se dijo a si mismo: No sólo ganaría una bella esposa sino que sería el rey de un pueblo, rodeado de joyas y tesoros, descansando todo el día en su cómodo y afelpado trono, lleno de atenciones todo el día por sirvientes y bufones, asistiendo a fabulosas fiestas y seduciendo a las más hermosas cortesanas.
El Ladrón viendo la oportunidad convenció a la princesa de que le ayudara con alguna soga para subir a la torre y ayudarla a escapar.
La princesa le dijo que la malvada bruja era muy cuidadosa y se había llevado todo lo que pudiera servir para escapar, por lo cual le ofreció su hermoso cabello, que era largo y sedoso que llegaba hasta los pies de la torre. El ladrón subió entonces hasta los brazos de la bella mujer, al entrar a la habitación se encontró con una escena inesperada, sobre una exquisita cama de marfil cubierta de pétalos de rosa y cubierta por un delgado tul blanco, yacía una niña de unos 13 años de semblante puro y noble que dormía placidamente, en el suelo junto a la cama había más de 20 cuerpos de caballeros en descomposición, estaban desparramados y a medio comer, en un caldero se hervían unos huesos y un gato negro se acercó para rodearle sus pies como muestra de mal augurio. Sintió un dedo que lo tocó en la espalda y un frío espasmo le subió desde los pies a la cabeza. La mujer que lo había ayudado a subir le dijo al oído: Pequeño impostor, muchos han intentado engañarme, pero mi olfato sabe distinguir la sangre azul de la sangre común, por eso estoy aquí, custodiando el sueño de la verdadera princesa, quien espera la llegada de su príncipe azul, que en el momento preciso nos liberará a ambas de esta maldición. Lamentablemente para ti, la espera me da mucha hambre.

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